Conclusión

Estamos a favor del Proyecto Hidroaysén, considerando que hoy en día en nuestro país la generación de energía eléctrica se realiza principalmente mediante centrales térmicas (aproximadamente un 61%) y centrales hidroeléctricas (aproximadamente un 38%).

La alternativa de centrales térmicas que utilicen combustibles fósiles, en particular carbón, extremadamente contaminantes, sumado a la baja eficiencia en la generación de energía, hacen que cambiar Hidroaysén por centrales termoeléctricas a carbón no sea viable.

La demanda de energía crece con el PIB (Producto Interno Bruto) del país, y a este ritmo, el país deberá duplicar su capacidad instalada en 10 años y triplicarla en 20.

Creemos que el Proyecto Hidroaysén contribuirá a la estabilidad energética de Chile, al atenuar los períodos de escasez del Sistema Interconectado Central (SIC), que abastece a más de un 93% de la población chilena. Cuando los ríos de la zona central presenten situaciones de sequía, los ríos Báker y Pascua permitirían dar mayor estabilidad al SIC.

Chile está en etapa de desarrollo y posee abundantes recursos hídricos, la disponibilidad energética es un elemento esencial.

Así como en otros países, Chile debe privilegiar fuentes de energía limpias, autónomas y renovables.

El proyecto Hidroaysén es necesario para el país. Chile sólo explota un 25% de su potencial hidroeléctrico y éste no posee hidrocarburos.

No se puede construir sustentabilidad socioeconómica y cultural desde el mito, la culpabilidad o desde una supuesta superioridad moral. La sustentabilidad es posible y necesaria, especialmente si asegura mayor autosuficiencia para el futuro. Así como el desarrollo no se puede imponer por la fuerza tampoco es aceptable negarle el acceso a aquellos que lo necesitan.

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